Qué raro pensar
en pensar una solución,
una cualquiera.
Tantas películas que nos dejan
llorando por lo que no es,
riendo por lo que no fue,
sangrando por lo que será.
Tanto mensaje lanzado
entre las flacuchas líneas
de nuestra obsesa memoria,
tanta luz y tanto deseo
para nuestra vista desconchada
al pie de una orilla renqueante.
Qué raro creer,
una vez y una vez más y otra,
que habrá, al menos, una
solución.
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